Son muchas las historias que puedo contar de las
necesidades que pasa un privado de libertad y sus familiares, empezando desde
su propia detención, salen corriendo con la finalidad que no sean torturados
por los organismos de seguridad del Estado, (en algunos casos), para luego
entrevistarse con el abogado que los va defender en los tribunales y si quedan
privados de libertad, es más fuerte las miserias, por cuanto estos serian trasladados
a los centros penales del país, como todos sabemos no son los más idóneas,
pasando esta persona a un mundo nuevo con sus propias políticas de
supervivencia.
Encontrándose dentro con el hacinamiento y la
sobrepoblación; las deficientes condiciones de reclusión, tanto físicas, como
relativas a la falta de provisión de servicios básicos; los altos índices de
violencia carcelaria; el uso excesivo de la detención preventiva, lo cual
repercute directamente en la sobrepoblación carcelaria; y la corrupción y falta de trasparencia en la
gestión penitenciaria los escenarios antes mencionadas son responsabilidad del Estado.
Por supuesto estas deficiencias repercuten en
el fortalecimiento del líder negativo “El
Pran” en donde oferta y establece las normas internamente del centro
penitenciario, incluso para poder circular libremente se tiene que pagar lo que
llaman “La causa”. Sin mencionar los grandes recursos económicos prodigados
por la familia para poder visitar y costear la defensa.
Por todo esto pasa el privado de libertad coexistiendo
su gran mayoría procesados, es decir aún no tienen ninguna sentencia firme que
los califique como culpable de un determinado delito, lo que implica lidiar primero
por la fecha para la respectiva audiencia, seguido bregar para los traslados a
los tribunales, viéndose claramente la dependencia del apalancamiento de las
familias de los privados de libertad para el mediano funcionamiento del sistema
de justicia.
He querido escribir este pequeño segmento en
honor a esos familiares que sus vidas transcurren entre oraciones a Dios, la
Virgen o cualquier otra fuerza superior y el tormento de saber que cada momento
que pasa su allegado corre peligro de muerte.
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